Roberta Gorni illustratrice
15/12/09
02/12/09
Maloe
Tengo una gata que se llama Maloe y se queda dormida en los sitios mas raros e incomodos de la casa. Me pega unos sustos cuando me la encuentro sin esperarmelo en rincones del almacen, entre la estanteria polvorienta y la caja de la aspiradora, a oscuras. O en el pasillo tumbada sobre las cajas de cartón maltrecho que dejamos cerca de la puerta para que el primero que salga las tire a la basura. Tiene sofa, sillas y un columpio en la terraza. Pero ella se queda dormida y tranquila solo en los improbables rincones que nosotros menospreciamos.
Me da un poco pena cuando la veo allí, acuclillada en los sitios equivocados.
Maloe también tiene una plaga de pulgas, a pesar de los collares y las gotas que le metemos, anda rascándose todo el tiempo o dándose unas sacudidas improvisas que parece poseida. Es torpe y no consigue limpiarse bien el pelo así que no solemos acariciarla ni cogerla en brazos. Eso lo hacemos todo el rato con Melo, que es su hermano, amigo y novio y es negro, macho y guapisimo. Esa pelota de pelo negro y brillante nos espera en el sofa y es irresistible el deseo de cojerlo entre los brazos y mimarlo a cada instante. Mientras Maloe nos mira con sus ojos blancos de cristal, y parece no sentirse menospreciada por eso. Yo quiero a Maloe, me da una rara melancolía cuando la veo allí, acostada en los sitios equivocados.
Será que me recuerda a mi, y ni yo se bien explicar el porqué.
Pero esta mañana, mientras alguien estaba llorando y confiándome sus penas entre las tazas del desayuno, Maloe saltó en el banco, en el medio de las dos. Creo que quiso decirnos algo, algo que nos hiciera sentir mejor, y que ella aprende allí, dormida en los sitios equivocados.
Me da un poco pena cuando la veo allí, acuclillada en los sitios equivocados.
Maloe también tiene una plaga de pulgas, a pesar de los collares y las gotas que le metemos, anda rascándose todo el tiempo o dándose unas sacudidas improvisas que parece poseida. Es torpe y no consigue limpiarse bien el pelo así que no solemos acariciarla ni cogerla en brazos. Eso lo hacemos todo el rato con Melo, que es su hermano, amigo y novio y es negro, macho y guapisimo. Esa pelota de pelo negro y brillante nos espera en el sofa y es irresistible el deseo de cojerlo entre los brazos y mimarlo a cada instante. Mientras Maloe nos mira con sus ojos blancos de cristal, y parece no sentirse menospreciada por eso. Yo quiero a Maloe, me da una rara melancolía cuando la veo allí, acostada en los sitios equivocados.
Será que me recuerda a mi, y ni yo se bien explicar el porqué.
Pero esta mañana, mientras alguien estaba llorando y confiándome sus penas entre las tazas del desayuno, Maloe saltó en el banco, en el medio de las dos. Creo que quiso decirnos algo, algo que nos hiciera sentir mejor, y que ella aprende allí, dormida en los sitios equivocados.
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